Casi un año esperando este momento en que llegan las tan esperadas vacaciones.
Mucha o poca planificación, debates, búsquedas donde queremos ir, donde no hemos ido, que ofertas, que nos gustaría, más playa, más ciudad, más exótico, con museos, ufffff, tremendo.
Cada año es un bullicio en la búsqueda de ese momento que ahora si me voy, dejo todas esas responsabilidades, esas tensiones, las cargas y el estrés que ya tengo.
No aguanto más, ni un solo día en este trabajo, en esta rutina. Es agotador, ya ni logro conectar con nada ni con nadie.
Se acerca el momento y parece aquellos dias que estas con muchas ganas de ir al baño, aguantando y casi estas llegando a casa , pero apenas te acercas al ascensor parece que vas hacer ahí mismo, ya no aguantas más, está demasiado cerca.
Esas expectativas son tan grandes, que los dias anteriores y en el mismo inicio de viaje hay mucho estrés, conflictos, con las maletas, con las ganas por llegar, por apartar todos los coches del camino, acelerar las filas en el aeropuerto, el retraso en el vuelo, en el autobús o el tren.
Es como si el mundo terminara. Hay que salir ya, hay que llegar al paraíso.
Ese tremendo enfoque al momento, crea en si mismo una tensión interior que no podemos fallar, todo tiene que ser perfecto, ya sea el lugar, la gente, los restaurantes, los paisajes, los monumentos, el servicio, mi pareja, mis hijos, amigos o los padres. Es un exceso de equipaje, si tuviera que pagar todo esto, seguramente seria diferente.
Se ven cada día, ese extraño que raramente veo a mi lado al largo del año (a la mejor en los fines de semana), ahora no sale de mi lado. Con su belleza, con sus incongruencias, risas, mal humor, cariños, agresividad. Hay de todo como en el super.
Todo surge para hacer de estas vacaciones las más perfectas de todas, olvidar mi rutina, mi trabajo, mi vida en el origen.
Se van publicando algunas fotos en las redes sociales, no vaya alguien olvidarse de nosotros y a ver si provocamos alguna envidia (ahh si de la buena, claro, porque eso es más espirtual) no estaría nada mal.
Nuestra mirada es hacia lo que debía ser, a todos eses planes, a esas expectativas.
No hay vacaciones aquí, apenas una rutina más, una tensión que no se ve, que no se siente porque buscamos distracciones, pero si, está ahí bien presentes.
Nos molesta las actitudes de la pareja, realmente nos damos cuenta que no nos conocemos del todo. Que algo faltaba para ver y sentir. Esto me crea un malestar que no lo quiero aquí, estoy de vacaciones, no lo quiero ver.
Aunque las vacaciones son un momento único para parar, sentir, si sentir lo que se siente, la rabia, alegría, miedo, celos, enfado, confusión, libertad.
Tenemos miedo a destrozarlas (las vacaciones) y tratamos de bloquear todo lo que sentimos porque no es adecuado en este momento. Ya sean los comportamientos, posiciones personales, los dolores de cada uno que flotan en ese océano de incomprensión.
Pero este es el momento ideal, el momento más completo para aprender a ser honestos, el momento que hay menos excusas sobre que no tengo tiempo, no puedo, no es el momento, tengo demasiadas tareas.
En estas vacaciones es el momento más adecuado para ser tu mismo, para abrirte a tu vida, para encontrarte en cada momento con una nueva oportunidad para conocerte.
En esa persona que tienes a tu lado apenas hay una perfecta imagen de todo lo que tienes que ver. Es perfecta es hermosa y es el Amor.
Haz de tus vacaciones una aventura, lánzate a descubrirte, lánzate al océano de la verdad.
¿Crees que hay alguien más adecuado que tu para hacerlo?